Un estudio del Centro de Regulación Genómica de Barcelona revela que las células cancerosas generan un aumento de ATP cuando son comprimidas físicamente, lo que les permite reparar el ADN y sobrevivir en microambientes densos.
Este hallazgo abre nuevas posibilidades para frenar la expansión tumoral, buscando una vía para inmovilizarlas.
Las células cancerosas poseen mecanismos adaptativos que les permiten resistir altas presiones en el tejido (ej. la presión que se genera en los vasos sanguíneos). La investigación muestra que, tras una compresión, las mitocondrias se desplazan alrededor del núcleo formando un “halo protector” y liberan rápidamente grandes cantidades de ATP. Este aumento energético permite que los complejos de reparación del ADN restauren el genoma y aseguren la continuación del ciclo celular. Este fenómeno, denominado “mitocondrias asociadas al núcleo”, se observó en el 84 % de las células analizadas.
También descubrieron que, como la formación de este halo depende de las proteínas de actina (las mismas que intervienen en la contracción muscular), cuando bloquearon esta con un fármaco (latrunculina A), el halo no se formó y las células no pudieron liberar energía ni reparar el ADN correctamente. Este resultado sugiere que bloquear la formación del halo podría reducir la invasividad tumoral y proteger los tejidos sanos.
Aunque el estudio se centró en el cáncer, los autores consideran que este fenómeno podría darse de manera general en la biología, como sucede con las células inmunitarias que atraviesan los ganglios linfáticos o con las neuronas que se ramifican. Según la bióloga Sdelci, en cualquier célula sometida a presión es probable que se produzca un aumento de energía que proteja la integridad del genoma.




